Oh Amor, que retienes a mi Jesús, mi dulce salud, tan fuertemente unido a la cruz, que expira bajo tu mano, se muere de amor. Amor, ¿qué estás haciendo? Tú no te ahorras nada ni te das descanso hasta que hayas rescatado a todos los malhechores. Tú no pones medida al amor... Amor, tu experiencia ha tocado el corazón de mi Jesús con tanta fuerza que, roto por el amor, este corazón se ha estrujado. Amor, hete aquí feliz, de aquí en adelante satisfecho, porque mi Jesús se suspende muerto ante sus ojos: muerto, verdaderamente muerto, a fin de que yo tenga la vida en abundancia; muerto, para que el Padre que me adopte como hijo muy amado, muerto a fin de que yo viva más feliz...
     Oh muerte que das tantos frutos, de gracia, que bajo tu protección, mi muerte es tranquila y sin temor. Muerte de Cristo que traes la vida, la gracia, me refugio a la sombra de tus alas (Sal 35,8). Muerte de donde brota la vida, haz que una suave chispa de tu amor vivificante arda en mí para siempre. Muerte gloriosa, muerte fructífera, muerte en suma de mi salvación, amistoso contrato de mi rescate, pacto firme de mi reconciliación, muerte triunfante, dulce y llena de vida, en ti brilla para mí con una caridad tal que ni en el cielo y ni en la tierra hemos encontrado  otra comparable.
     Oh muerte de Cristo, que amo de todo corazón, tu eres la confianza espiritual de mi corazón. Muerte amante, en ti se contienen para mi todos los bienes. Tómame, por favor, bajo tu benevolente protección, a fin que en mi muerte repose dulcemente bajo tu sombra (Ct 2,3). Muerte misericordiosa tu eres mi vida feliz. Tú eres mi mayor suerte (Sal 15,5). Tú, tu eres mi sobreabundante salvación. Tú eres mi más preciosa heredad.


Evangelio por:
Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301), monja benedictina
Ejercicios, VII – 9

0 comentarios :

Publicar un comentario

Agradecemos su comentario para seguir trabajando en el medio.

"El amor compasivo de Cristo es lo que nos da la libertad y la felicidad verdaderas."

Mundo Digital

"Una pastoral en el mundo digital debe tener en cuenta también a quienes no creen, pero llevan en el corazón los deseos de absoluto y de verdades perennes... El profeta Isaías llegó a imaginar una casa de oración para todos los pueblos, quizá sea posible abrir en la red un espacio como el "Patio de los Gentiles" del Templo de Jerusalén también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo desconocido"